Subscribe:

Ads 468x60px

domingo, 23 de enero de 2011

la bruja de la catedral [leyenda de girona]



LA BRUIXA DE LA CATEDRAL


CATEDRAL DE GIRONA

CATEDRAL DE GIRONA





Esta leyenda se sitúa en el muro norte de la Catedral y junto a la torre de Carlemany (Carlomagno).
La Catedral de Girona posee la nave gótica más ancha del mundo (23 metros de ancho). Esto es debido a que se proyectó con las tres naves clásicas, pero tras una discusión que duró 50 años se suspendieron las obras y después de una reunión celebrada el 22 de enero de 1416 se tomó la decisión de hacer una nave única. Para llegar hasta la portada principal hay que ascender por una gran escalinata (90 escalones) de finales del siglo XVII. La fachada principal es barroca, mientras que el claustro es del siglo XII, la torre del campanario del XI y el resto del edificio del XIV. El claustro es de grandes dimensiones con planta trapezoidal determinada por la muralla que tiene adosada. En el interior se conservan obras de gran belleza y valor. El retablo del altar mayor de plata, esmaltes y pedrería, es una de las joyas de la orfebrería española. Los capiteles del claustro tienen escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. El tapiz de la Creación es una importante pieza de tapicería románica única en el mundo. También se conserva un Beato de Liébana.

En las grandes catedrales se acostumbraba a construir una serie de gárgolas alrededor de los tejados para dar salida a las aguas fluviales.
Normalmente adquirían formas de animales, monstruos o personas y el agua salía por la abertura realizada en la boca tal y como si estuvieran haciendo gárgaras, de ahí el nombre de gárgola.
Una de estas gárgolas sólo visible desde el interior del Claustro o desde el Jardín de la Francesa es la que ha dado lugar a esta leyenda. Se trata de una imagen gótica que representa una mujer con un largo vestido y cubierta con una toga que tiene en las manos un rollo de pergamino.



Hace muchos años había en Girona una mujer vieja y fea dedicada a las diabólicas artes de la brujería que no estaba muy de acuerdo con las religiones y con ninguno de sus símbolos. Es por eso que para mostrar su odio hacia ellas tenía la mala costumbre de lanzar piedras contra la Catedral y contra todo aquel que tuviera la intención de entrar en ella, sobretodo durante la procesión del Corpus. En aquella época normalmente las brujas no acababan convertidas en piedra sino que eran colgadas o quemadas en la hoguera, pero finalmente Dios la castigó y la convirtió en una gárgola de piedra (la única de todas las que hay en la Catedral con forma humana), así ya no molestaría a nadie nunca más.


De esta manera y desde lo más alto
de uno de los muros de la Catedral
la Bruja grita su desesperación por haberse convertido en piedra.
Además quedó colocada de cabeza
para abajo, mirando perpetuamente
hacia el suelo, sin que pudiera
contemplar el cielo y para que de su
boca saliera sólo el agua recogida
de la lluvia y no blasfemias.

Se dice que el día que alguien consiga
girar a la bruja y pueda volver a ver el cielo volverá a ser una mujer normal.



CANCIÓN POPULAR DE LA BRUJA DE LA CATEDRAL

Pedres tires, pedres tiraràs i en pedra et convertiràs.

Piedras tiras, piedras tirarás y en piedra te convertirás.

los hombres-pez


Los Hombres-Pez

Más allá de las románticas sirenas y de los míticos tritones, los relatos acerca de los hombres-pez sobrecogen por sus vívidos detalles y por su apariencia de realidad. Dentro de las leyendas relativas a seres acuáticos, y aparte de los míticos tritones, nereidas y sirenas, se inscriben las de los hombres-pez u hombres marinos. Se trata de seres, en principio, totalmente humanos, pero que un buen día sintieron la llamada de las aguas y se lanzaron a vivir en el océano. Hay noticias diversas y muy antiguas sobre estos seres legendarios.

 

El hombre-pez de Liérganes 
En el lugar de Liérganes, cercano a la villa de Santander, vivía a mediados del siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer, al enviudar, mandó al segundo de ellos, Francisco, a Bilbao, para que aprendiese el oficio de carpintero. Allí vivía el joven Francisco cuando, la víspera del día de san Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado.
Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálida y cabello rojizo y raro; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que le descendía de la garganta hasta el estómago, otra que le cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre.
Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerle hablar se vieron recompensados con una palabra: Liérganes. El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en Cádiz, vino a comentar que por sus tierras había un lugar que se llamaba así. Don Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que le informaran si allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes respondieron que allí no había ocurrido nada extraordinario fuera de la desaparición de Francisco de la Vega, hijo de la viuda María de Casar, mientras nadaba en la ría de Bilbao; pero que esto había ocurrido cinco años atrás.
Esta respuesta excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien, deseoso de comprobar si el joven sacado del mar y Francisco de la Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes. Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven que se adelantase hasta él. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.
El joven Francisco se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando pronunciaba las palabras tabaco, pan y vino, pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacía con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le tuvo por loco hasta que un buen día, al cabo de nueve años, desapareció de nuevo en el mar sin que se supiera nunca más nada de él.
 
 

El Pesce Cola o Nicolao
Nicolao fue un siciliano, natural de Catania, que vivió hacia la segunda mitad del siglo XV. Este hombre, si bien no habitó en el mar durante largos períodos de tiempo, como nuestro hombre-pez de Liérganes, según parece era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y las islas. Aún en días de tormenta, cuando los marineros no se atrevían a salir a la mar, pesce Cola como lo apodaban se zambullía en el agua y llegaba a su destino.
Nicolao era capaz de permanecer hasta una hora debajo del agua sin salir a respirar, lo que le permitía vivir con holgura de la pesca de ostras y coral. Se había dado el caso de que pesce Cola siguiese nadando a un barco hasta alta mar, lo abordase y después de comer en él, se brindase a llevar noticias de los marinos a sus familiares de tierra. Los prodigios acuáticos de Nicolao llegaron a su fin cuando el rey Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de su leyenda. El monarca, para ver hasta dónde llegaba la intrepidez y resistencia del siciliano, lo llevó hasta el famoso remolino de Caribdis, situado en el lugar más angosto del estrecho de Mesina, y arrojó al agua una copa de oro, diciendo a Nicolao que si la recuperaba era suya. Pesce Cola se lanzó al agua y permaneció bajo ella tres cuartos de hora, hasta que finalmente salió con la copa en la mano. Interrogado por el rey sobre lo que había visto en tan temido lugar, Nicolao contó tremendas visiones de monstruos marinos, moradores de profundas cavernas. El rey, entusiasmado por el relato, quiso saber más detalles y le prometió igual recompensa si bajaba de nuevo. Nicolao se mostró remiso a cumplir los deseos del monarca, por lo que éste le estimuló con una bolsa de oro, además de otra copa que arrojó al agua. Pesce Cola consintió y se sumergió de nuevo para no aparecer más.

 

Oannes, ¿leyenda o realidad?
Tomada al pie de la letra, la tradición ¿o leyenda? sugiere que hubo un contacto entre seres humanos y una civilización no humana de inmenso poder, a orillas del Golfo Pérsico, quizá cerca del emplazamiento de la antigua ciudad sumeria de Eridu (actual ciudad de Abu Sarayn) hacia el cuarto milenio antes de Jesucristo o antes. Hay tres narraciones diferentes pero con referencias de unas a otras, que se datan de la época antigua. Todas se remontan a Beroso, un sacerdote del Bel Marduk, en Babilonia, en la epoca de Alejandro Magno. Beroso a su vez, tenía acceso a los informes cuneiformes y pictográficos que se remontaban a varios miles de años anteriores a él.
Beroso, en su libro primero sobre la historia de Babilonia, nos informa que vivió en la época de Alejandro, el hijo de Filipo y cita que se conservaban con el mayor cuidado en Babilonia documentos escritos, que abarcaban un periodo de quince miriadas de años. Estos escritos contenian la historia de los cielos y del mar: del nacimiento de la humanidad; también la de aquellos que tenían regla soberana y de las acciones alcanzadas por ellos. Y en primer lugar, describe a Babilonia como un país situado entre el Tigris y el Eúfrates. Menciona que abundaban el trigo, la cebada, el ocrus y el sésamo y en los lagos se encontrabn las raíces llamadas gongae, que eran buenas para comerlas y eran, respecto a nutrición, como la cebada. También había palmeras y manzanos y muchas clases de frutas; peces y también aves; tanto de paso como acuáticas. La parte de Babilonia que limitaba con Arabia era árida y no tenía agua pero la que daba al otro lado, tenía colinas y era fructífera. En Babilonia había (en aquellos tiempos) gran variedad de personas de distintas naciones, que habitaban Caldea y vivían sin orden ni concierto, como las bestias del campo.
Según el relato de Beroso, en el primer año hizo su aparición, de la parte del Golfo Pérsico que bordea a Babilonia, un animal dotado de razón, que se llamaba Oannes. Todo el cuerpo del animal era como el de un pez, y tenía debajo de una cabeza de pez otra cabeza y también pies abajo, como los de hombre, subunidos a la cola de pez. Su voz y también su lenguaje era articulado y humano (su representación se conserva incluso hoy en sellos cilíndricos asirios del siglo IX a J.C., que se encuentran el el departamento de Asia antigua del Museo de Berlín). Este ser, durante el día solia conversar con los hombres; pero no tomaba ningún alimento en ese tiempo y les enseñaba letras y ciencias y toda clase de artes. Les enseñó a construir casas, fundar templos, a recopilar leyes y les explicó los principios de la geometría. Les enseñó a distinguir las semillas de la tierra y a recoger frutos. En poco tiempo les instruyó en todo cuanto pudiera tender a suavizar los modales y humanizar al hombre. Desde aquel entonces, tan universales fueron sus enseñanzas, que nada se ha añadido para mejorarlas. Cuando se ponía el sol, este ser tenía la costumbre de sumergirse de nuevo en el mar y permanecer toda la noche en su profundidad, pues era anfibio..."

sirenas¡¡

lSirenas

Están relacionadas con la visualización que han hecho los antiguos marinos en distintos océanos, pero debido a que los relatos de Homero se interpretaron como historias ficticias, las sirenas fueron tomadas como personajes mitológicos.
Esto es lo que se dice de ellas en el artículo LOS ELEMENTALES:
Innumerables son los habitantes de las aguas, especies animales y vegetales aún desconocidas, y lo mismo ocurre con seres feéricos y legendarios. Las sirenas son, entre ellos, los más conocidos. Les siguen en popularidad las ondinas y las ninfas. 

 

Quizás algunos hayan oído hablar de las mujeres-foca, de las hadas lavanderas o de las náyades.
Las sirenas eran el equivalente a las ninfas pero en el mar pues residían en la zona de Sicilia cerca del cabo Pelore. Sus padres fueron Calíope y el río Aquelao, según unas versiones y Forcis o Gea, según otras. El número exacto de ellas no está totalmente claro, hay quien afirma que eran tres, pero también se dice que fueron cinco e, incluso ocho. 

 

El cuerpo de las sirenas, a pesar de que vivían en los océanos y de lo que tradicionalmente se ha representado, estaba formado por un cuerpo de ave y un rostro de mujer, por lo tanto, no tenían aletas, sino alas. Las sirenas detentaban una voz de inmensa dulzura y musicalidad y se prodigaban en cantos cada vez que un barco se les acercaba, por lo que los marineros, encantados por sus sonidos, cuando no podían huir de ellas se arrojaban al mar para oírlas mejor pereciendo irremediablemente. Sin embargo, si un hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas una de las sirenas debería morir. Fue esto lo que propició el héroe Odiseo, más conocido como Ulises. Cuando Odiseo estaba viajando en barco en una de sus muchas hazañas halló a las sirenas y para evitar su influjo ordenó a sus tripulantes, según consejo de Circe, que se taparan los oídos con cera para no poder escucharlas mientras que él se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. De esta forma, ninguno de sus marineros sufrió daño porque no oyeron música alguna mientras que Odiseo, a pesar de que había implorado una y otra vez que lo soltaran se mantuvo junto al poste y pudo deleitarse con su música sin peligro alguno. En consecuencia, una de las sirenas tuvo que perecer y esta suerte le sobrevino a la sirena llamada Parténope. Una vez muerta las olas la lanzaron hasta la playa y allí fue enterrada con múltiples honores. En su sepulcro se instaló después un templo. El templo se convirtió en pueblo, y finalmente el lugar donde fue enterrada esta sirena se transformó en la próspera Nápoles, llamada antiguamente Parténope. También existe otra leyenda acerca de las sirenas que afirma que los Argonautas también sobrevivieron a su influjo porque Orfeo, que les acompañaba, cantó tan maravillosamente que anuló completamente su seductora voz.

  EL ORIGEN DE LAS SIRENAS
Difícil es dilucidar el verdadero origen de las sirenas. Dejando a un lado a las antiguas sirenas con forma de mujeres-ave, se dice que la primera mujer-pez conocida fue Atargatis, la diosa de la luna, protectora de la fecundidad y el amor. Atargatis, perseguida por Mopsos, se sumergió en el lago Ascalón con su hijo, y se salvó gracias a su cola de pez. Esta leyenda se confunde con la de la diosa siria Derceto, que también se arrojó a las aguas del mismo lago, después de matar a uno de sus sacerdotes y abandonar a la hija de ambos en el desierto. Derceto recibió la cola de pez como símbolo de su pecado, y su hija, criada por las palomas, se convirtió en Semíramis, reina de Babilonia.
También puede encontrarse una semejanza con las sirenas en la diosa Afrodita, hija del semen de Zeus convertido en espuma de mar, que fue diosa del amor y protectora de los marinos. Su espejo ha sido heredado por toda la estirpe de sirenas.
Para buena parte de los sabios griegos, sin embargo, las sirenas tienen por padre a Aqueloo, un río personificado en figura de hombre con cola de pez. En cuanto a la madre, la confusión crece: puede ser la diosa de la memoria, o alguna de sus hijas, las musas. Quizá las sirenas sean hijas de la Elocuencia, de la Danza, de laTragedia o de la Música. Hasta podrían ser hijas de Ceto, la ballena.

 

OCEANIDAS Y NEREIDAS
El dios Océano y su hermana Tetis tuvieron trescientas hijas, las Oceánidas, que luego se extendieron por todos los mares y los abismos marinos. Una de ellas, Dóride, fué madre de otras cincuenta ninfas de agua, las Nereidas, llamadas así en honor a su padre Nereo, de la raza de los Viejos del Mar, creada también por Océano y Tetis.
Las Nereidas habitan en el Mar Mediterráneo, y cada una de ellas representa una de las formas de este mar. Por ejemplo, Talía es la sirena verde, y Glaucea, la azul. Dinamenea simboliza el vaivén de las olas, y Cimodaré, la calma. Una de las Nereidas, Anfitrite, fue amante de Poseidón y madre de los Tritones. Las Nereidas protegían a los barcos, y no cantaban para atraer a los marinos, sino para complacer a su padre. Los antiguos describieron a las Nereidas con el cuerpo cubierto de escamas y formas de pez. A partir de aquí, el mito de la Sirena fue creciendo por todo el mundo como las ondas en la superficie calma del agua...

 

SIRENAS HISTÓRICAS
Hasta en los mapas del Renacimiento podía leerse la frase “Hic sunt sirenae” (Aquí están las sirenas) escrita en medio de las áreas destinadas a los océanos. El hombre que surcó el Atlántico, Cristóbal Colón, también asegura que él y sus hombres las vieron, aunque no tan bellas como cuentan las historias. Muchas crónicas de reyes refieren la existencia de sirenas capturadas, y aún cercanos nuestros días navegantes y exploradores relatan encuentros con mujeres marinas, como una que apareció en la Antártida en 1823 u otra en las Bahamas en 1869. La primera tenía los cabellos verdes, la segunda, azules. Sin ir más lejos, en Liérganes, municipio español, existió un hombre-pez, y circulan rumores de otro ser de estas características en el río Ebro.

SIRENAS, CANCIONES Y LEYENDAS
 "Encantan a los mortales que se les acercan. ¡Pero es bien loco el que se detiene para escuchar sus cantos! Nunca volverá a ver a su mujer ni a sus hijos, pues con sus voces de lirio las sirenas lo encantan, mientras que la ribera vecina está llena de osamentas blanqueadas y de restos humanos de carnes corrompidas..." Este texto escrito hace 2.800 años es probablemente el origen de la más antigua y conocida de las leyendas: las sirenas que atraen a los marinos con sus voces mágicas, y hacen encallar los barcos y ahogarse los tripulantes. Homero lo imaginó así, y así nos lo contó en La Odisea.
Las páginas de muchos otros libros se han nutrido de los seres de las aguas, y las leyendas, como ríos de la memoria de la Humanidad, han permanecido hasta nuestros días.
 Ulises y las Sirenas
Las sirenas son personajes mitológicos cuyo canto embrujador llevaba a los marinos a la perdición. Sus métodos de seducción variaban de un relato a otro, pero todas ejercían una atracción sin parangón sobre los navegantes.

El primer testimonio acerca de la aparición de sirenas se remonta a La Odisea de Hornero, que relata las aventuras tumultuosas del héroe griego Ulises, durante su largo viaje de regreso a Itaca, después de la guerra de Troya. Las sirenas de la época no son esos seres mitad mujer, mitad pez, que las leyendas más modernas retuvieron, sino unas aves con cabeza y pecho de mujer.
Un canto melodioso e irresistible
En la mitología griega, las sirenas viven en una isla del Mediterráneo. Su canto es tan bello que los marinos que las escuchan no pueden resistírseles y dirigen sus naves contra los arrecifes. Los supervivientes son asesinados sin piedad. Cuando Ulises abandona la morada de la hechicera Circe, sabe que debe pasar cerca de la isla de las sirenas. Siguiendo los consejos de la hechicera, el astuto héroe recurre a una estratagema que le permitirá oír y no obstante salvar la nave y a sus compañeros. Tapa los oídos de sus hombres con cera después de haberles pedido ser fuertemente atado al mástil. Así podrá saciar su curiosidad escuchando el canto de las sirenas, sin ceder a su encantamiento.
Este canto se revela melodioso y desgarrador, y está colmado de bellas promesas. Ulises les grita a sus compañeros que lo desaten, pero por supuesto éstos permanecen sordos a sus gritos. Finalmente, el barco pasa y los héroes escapan al funesto destino de tantos otros marinos. 

 
 Sin embargo, Ulises no es el único en enfrentarse a las sirenas. El poeta mítico Orfeo, que acompaña a Jasón en búsqueda del vellocino de oro, logra también resistir a su fatal encanto. En el instante en que Jasón y sus hombres, los argonautas, atraídos por las melodiosas voces, cambian de rumbo y se dirigen peligrosamente hacia los arrecifes de la isla, Orfeo toma su lira y entona un canto tan sublime que cubre las melopeas de las sirenas y salva a los marinos, arrancándolos de su mortal contemplación.

 

¿Quiénes son las sirenas?
Las sirenas de la época homérica son tres hermanas, hijas del dios río Aquelloo y de la musa de la poesía Calíope. Lidia toca la flauta, Fartenopea la lira y Leucosea lee los textos y los cantos. Antiguas compañeras de Perséfo-ne, hija de Zeus y de Deméter, raptada por Hades, el dios de los Infiernos, pidieron a los dioses que les otorgaran alas para poder salvar a la joven y traerla de vuelta sobre la tierra. Según otra versión, deben su apariencia a Deméter, que quiso castigarlas por haber sido negligentes en el cuidado de su hija. Su nombre proviene del término latino siren, que a su vez proviene del griego seirén, de la palabra seim, lazo, cuerda, recordando sin duda el poder cautivador de las sirenas.

 

Mujeres-pájaro, luego mujeres-pez
La apariencia física de las sirenas evolucionó. En época griega, eran representadas como seres alados, con cara humana y cuerpo de ave como lo prueban diferentes vasijas griegas antiguas. Su transformación en criaturas mitad mujer, mitad pez, con la parte inferior recubierta de escamas, se remonta al parecer a la Edad Media y a las leyendas celtas y germánicas.
Pero, ya bajo el Imperio romano, se les confunde con las Nereidas, las cincuenta hijas de Nereo, dios marino, y de Doris, descendiente del titán Océano.
Las bellas Nereidas son las ninfas del mar y por lo tanto no es sorprendente que hayan sido tomadas por sirenas, también figuras marinas...

Sea como sea, esta leyenda, nacida de la mitología griega y transmitida a través de los siglos, permanece durante mucho tiempo vivaz y continúa asediando la imaginación de los navegantes del mundo entero.
Las sirenas a través de los tiempos
Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de los poetas griegos antiguos, la tradición que éstas inspiraron se transformó y se desarrolló con el paso del tiempo, particularmente bajo la influencia del folklore nórdico.

La mitología nórdica. Las leyendas irlandesas e inglesas hacen todas referencia a la presencia de sirenas a lo largo de sus costas, mientras que la mitología germánica las ve surgir de la espuma de las olas. La tradición bretona relata que Ahez, hija del rey Grallon, habría sido sumergida en las aguas por haber entregado la ciudad de Ys al diablo y a las olas, y se habría convertido en sirena. Saxo Grammaticus, un cronista de los siglos XII y XIII, describe por su parte el combate del rey danés Hadding, hijo de Gram, contra un monstruo acuático, mitad hombre, mitad pez.
Donde se pesca a un hombre-sirena. Las representaciones de sirenas se multiplican durante la Edad Media y se transforman en uno de los temas favoritos de decoración de los manuscritos. Hacia el año 1200, el cronista inglés Ralph de Coggeshall escribe: "Durante el siglo pasado, bajo el reinado del rey Enrique II, unos pescadores de Oxford capturaron en el Canal de la Mancha a un hombre desnudo, que nadaba con soltura bajo el agua. Encerrado durante varios días, éste se alimentó principalmente de pescado.
No pronunciaba la más mínima palabra, aun bajo las peores torturas. Devuelto al agua, rasgó la red que lo retenía y consiguió hacerse mar adentro. Después de un tiempo, volvió a la orilla y vivió durante dos meses entre la gente de Oxford antes de volver definitivamente a su elemento natural".
Las sirenas de Cristóbal Colón. Mientras se encuentra frente a las Antillas, el navegante genovés cree divisar tres de estas criaturas que bailan en el agua. Son feas y mudas, pero él descubre en su mirada una cierta "nostalgia de Grecia".
Un encuentro moderno. En 1869, en las Bahamas, seis hombres que se dirigen en canoa hacia una bahía divisan una sirena de deslumbrante belleza, con los cabellos azules flotando sobre sus hombros y las manos hendidas. Ésta emite unos grititos de sorpresa al ver a los marinos y desaparece poco después, sin dejar que se acerquen.
 La apariencia física de las sirenas evolucionó. En la época griega, eran representadas como seres alados, con cara humana y cuerpo de ave como lo prueban las diferentes vasijas griegas antiguas. Su transformación en criaturas mitad mujer, mitad pez, con la parte inferior recubierta de escamas, se remonta aparentemente a la Edad Media y a las leyendas celtas y germánicas. Pero, ya bajo el Imperio Romano, se las confunde con las Nereidas, las cincuenta hijas de Nereo, dios marino, y de Doris, descendiente del Titán Océano. Las bellas Nereidas, de las que hablaremos más adelante, son las ninfas del mar y por lo tanto no es sorprendente que se las haya asemejado a las sirenas, también figuras marinas...

 

A las sirenas se las describe con frecuencia asomándose a la superficie del agua, o sentadas en una roca, peinándose su largo y rubio cabello con una mano y un espejo en la otra. Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas. Fue así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan en los ataúdes y sarcófagos.
   Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de poetas griegos antiguos, la tradición que éstas inspiraron se transformó y se desarrolló con el paso del tiempo, particularmente bajo la influencia del folclor nórdico. La leyenda de las sirenas se popularizó rápidamente; se extendió por toda Europa y llegó incluso a territorios muy alejados, como la India, Rusia y Japón, pasando después a América. Algunas de las historias las representaban crueles, como la de Ulises, y otras las describían dulces y amorosas, como en el caso de Ondina, que según el relato apareció en la costa de Francia.
La mitología nórdica.- Las leyendas irlandesas e inglesas hacen todas referencia a la presencia  de sirenas a lo largo de sus costas, mientras que la mitología germánica las ve surgir de la espuma de las olas. La tradición bretona relata que Ahez, hija del rey Grallon, habría sido sumergida en las aguas por haber entregado la ciudad de Ys al diablo y a las olas, y se habría convertido en sirena. Saxo Grammaticus, un cronista de los siglos XII y XIII, describe por su parte el combate del rey danés Hadding, hijo de Gram, contra un monstruo acuático, mitad hombre, mitad pez.
 Se dice también que había sirenas en los lagos del norte de Europa. Ellas atraían a los viajeros, haciéndolos sucumbir con el encanto de su voz. Nadie volvía a ver al caminante.

 


 En la 2ª parte hay una nota que da la pauta cabal de la perplejidad en que se encuentra la humanidad respecto a estos seres, que no son tan mitológicos como se cree.  

 Estos extraños seres han figurado en numerosos relatos a lo largo de los siglos. Sin embargo, ¿son los hombres pez tan sólo quimeras pintorescas de nuestra imaginación, o existen en el mundo real? Según el periódico surafricano Pretoria News del 20 de diciembre de 1977, una sirena fue hallada en un desagüe en el distrito de Limbala, etapa III. Los relatos son confusos y es difícil determinar quién vio qué —y qué fue exactamente lo que vieron los testigos—, pero tal parece que la "sirena" fue vista primero por unos niños y, a medida que se difundió la noticia, se fueron aglomerando los curiosos. A un periodista le dijeron que la criatura parecía ser una "mujer europea de la cintura para arriba, mientras que el resto de su cuerpo tenía forma de cola de pez, cubierta de escamas".
Las leyendas sobre sirenas y tritones se remontan a la antigüedad y hacen parte del folclore de casi todos los países del mundo. A lo largo de los siglos, los hombres pez han sido vistos por testigos de reconocida integridad, y siguen viéndose en la actualidad.
El primer tritón registrado por la historia fue Ea, un dios con cola de pez, más conocido como Oannes, una de las tres grandes deidades de los babilonios. Ejercía dominio sobre el 'mar y también era el dios de la luz y de la sabiduría, además de haber sido quien llevó la civilización a su pueblo. Oanne fue originalmente el dios de los acadios, un pueblo semita del extremo norte de Babilonia; los babilonios derivaron de él su cultura y ya en el año 5000 a.C. se le adoraba en Acad.
Casi todo lo que sabemos sobre el culto de Oannes proviene de los fragmentos que han sobrevivido de una historia de Babilonia en tres volúmenes, escrita por Berossus. un sacerdote caldeo de Bel que vivió en Babilonia en el tercer siglo antes de Cristo. En el siglo XIX, Paul Emil Botta, entonces vicecónsul francés en Mosul, Irak, y aficionado a la arqueología -si bien su interés primordial era el pillaje, descubrió una escultura extraordinaria de Oannes que databa del siglo VIII a.C., en el palacio del rey asirio Sargón II en Khorabad cerca de Mosul. La escultura, junto con una profusa colección de tabletas grabadas e inscripciones cuneiformes, reposa en la actualidad en el Museo del Louvre en París.
Otra deidad antigua con cola de pez fue Dagón, dios de los filisteos, que figura en la Biblia: 1 Samuel 5: 1-4. El Arca de la Alianza fue colocada junto a una estatua de Dagón en un templo consagrado a dicho dios en Ashod, una de las cinco grandes ciudades-estado filisteas. Al día siguiente, se descubrió que la estatua estaba "tendida en tierra y con la cara contra ella, delante del arca de Jehová". En medio de la consternación general y, sin duda, de un gran temor, la gente de Ashod enderezó la estatua de Dagón, pero al día siguiente fue nuevamente encontrada caída ante el Arca de la Alianza, esta vez con la cabeza y las manos rotas.
También es probable que la esposa y las hijas de Oannes tuvieran cola de pez, pero las representaciones que de ellas quedan son vagas y no puede saberse con certeza. Sin embargo, no queda duda sobre Atargatis, a veces conocida como, Derceto una diosa semita de la luna. En su De dea Syria, el escritor griego Luciano (c. 120 a.C.- c. 180) también la describió: "De esta Derceto también vi en Fenicia un dibujo en el que se la representa de modo curioso; de la mitad para arriba es una mujer, pero de la cintura hasta las extremidades inferiores tiene cola de pez".
Las deidades con cola de pez figuran en casi todas las culturas de la antigüedad; en la edad media, empero, ya se habían convertido en habitantes humanoides del mar. Una de las influencias científicas más importantes en la edad media fue Plinio el Viejo (23-79 a.C.), un administrador y autor de enciclopedias romano que murió en la erupción del volcán Vesubio que destruyó Pompeya y cuya estatua en el exterior de la catedral de Como, hecha en el siglo XV, guarda una curiosa semejanza con Harpo Marx. En lo que respecta a los eruditos medievales, si Plinio decía que algo era así, pues entonces era innegablemente así. Sobre las sirenas, Plinio escribió:
Puedo traer para mis autores diversos caballeros de Roma... que testifican que en la costa del Océano Español, cerca de Gades, han visto a un hombre pez, en todo respecto parecido a un hombre tan perfectamente en todas las partes del cuerpo como podría ser...
No está muy claro por qué, si el hombre se parecía tanto a un humano, los "diversos caballeros de Roma" creyeron haber visto a un hombre pez, pero Plinio estaba convencido de que los hombres pez eran reales y que se les veía con frecuencia.
Los relatos sobre tritones y sirenas proliferaron y, como cosa curiosa, la Iglesia los alentaba, pues consideraba útil adaptar antiguas leyendas paganas para sus propios propósitos. Las sirenas eran incluidas en los bestiarios, y había altorrelieves de ellas en muchas iglesias y catedrales. Puede apreciarse un excelente ejemplo de un altorrelieve de una sirena en el lado de una banca de la iglesia de Zennor, en Cornwall. Se cree que data de unos 600 años atrás y se le asocia con la leyenda de Mathy Trewhella, el hijo del guardián de la iglesia, que un día desapareció inexplicablemente. Años después, un capitán de barco llegó a St. Ivés y contó que había anclado cerca de la cueva Pendower, y había visto una sirena que, según aseguró, le dijo: "Su ancla está bloqueando nuestra cueva y Mathy y nuestros hijos están atrapados adentro". Para los habitantes de Zennor, el misterio de la desaparición de Mathy quedó explicado.
En términos generales, ver una sirena no constituía una experiencia grata. Su hermoso canto, se decía, había cautivado a numerosas tripulaciones de barco y, como en las leyendas, las criaturas habían inducido a los navíos a acercarse a rocas peligrosas.


Cuando las sirenas emergen a la superficie.


 


Personas como Francis Bacon y John Donne explicaron muchos fenómenos naturales, incluido el supuesto mito de la sirena. En el caso de John Donne, cuando en 1596 se enroló en la expedición naval de Robert Devereux, creyó avistar camino a Cádiz algunas de esas figuras aparentemente mitológicas. A finales de la era isabelina y comienzos de la jacobina, la creencia en las sirenas se debilitó. Sin embargo, también fue una época caracterizada por los viajes marítimos, y algunos de los grandes navegantes de la época narraron encuentros personales con hombres pez. En 1608, el navegante y explorador Henry Hudson (que dio el nombre a los territorios de la bahía de Hudson), consignó sin misterios en su cuaderno de bitácora:
Esta mañana, un miembro de nuestra compañía que observaba por encima de la borda vio una Sirena y, cuando llamó a algunos de la compañía para que la vieran, otro se acercó, y para entonces se había aproximado al barco y miraba con intensidad a los hombres: un poco después, una gran ola llegó y la revolcó: del ombligo hacia arriba su espalda y sus senos eran como los de una mujer (como dijeron haberla visto); su cuerpo era tan grande como el de uno de nosotros; su piel era muy blanca; y sobre su espalda colgaba una cabellera larga, de color negro; cuando se sumergió vieron su cola, que era como la cola de una marsopa, y salpicada con manchas como la de una caballa. Los nombres de quienes la vieron eran Thomas Hilles y Robert Raynar.
Hudson era un navegante con mucha experiencia, que de seguro conocía a sus hombres y presumiblemente no se hubiera tomado la molestia de consignar en su cuaderno de bitácora un engaño evidente. Además, el informe deja ver que sus hombres estaban familiarizados con los habitantes del mar y opinaban que esta criatura era excepcional. Y, si su descripción es certera, desde luego lo era.

 

Pero la gran era de las sirenas fue el siglo XIX. Se falsificaron y exhibieron más sirenas ante públicos embelesados en ferias y exposiciones que en cualquier otra época. También fue el período en el que se escucharon varios relatos extraordinarios sobre encuentros con sirenas, incluyendo dos de los más serios con que se cuenta.
El 8 de septiembre de 1809, The Times publicó la siguiente carta de un hombre llamado William Munro:
Hace unos doce años, cuando yo era director parroquial en Reay [Escocia], mientras iba caminando por la playa en la bahía de Sandside en un agradable y cálido día de verano, tuve deseos de extender mi paseo hacia Sandside Head, cuando mi atención se vio atraída por la aparición de una figura que semejaba una hembra humana desnuda, sentada sobre una roca que se adentraba en el mar, y aparentemente peinándose el cabello, que caía sobre sus hombros y era de un color castaño claro. La semejanza que la figura guardaba con su prototipo en todas sus partes visibles era tan extraordinaria, que si la roca sobre la cual estaba sentada no hubiera sido peligrosa para bañarse, me hubiera sentido impelido a considerarla como una verdadera forma humana, y para un ojo no acostumbrado a la situación, sin duda alguna así lo parecía. La cabeza estaba cubierta de cabello del color arriba mencionado y más oscuro en la coronilla, la frente era redonda, el rostro rollizo, las mejillas sonrosadas, los ojos azules, la boca y los labios de forma natural, parecidos a los de un hombre; no pude ver los dientes, pues tenía la boca cerrada; los senos y el abdomen, los brazos y los dedos eran del tamaño de los de un cuerpo adulto de la especie humana; los dedos, por la acción en que estaban las manos, no parecían ser palmeados, pero no estoy seguro de esto. Permaneció en la roca tres o cuatro minutos después de que la divisé, y durante ese tiempo se ocupó en peinarse el cabello, que era largo y grueso, y del cual parecía estar orgullosa, y luego se hundió en el mar...
Sea lo que fuere que vio y describió con tanto detalle William Munro, no fue el único, porque agrega que varias personas "cuya veracidad nunca escuché poner en duda" aseguraron haber visto a la sirena, pero hasta cuando él la vio por sí mismo "no estaba dispuesto a dar crédito a su testimonio". Como dicen, ver para creer.

 

Alrededor de 1830, los habitantes de Benbecula, en las islas Hébrides, vieron a una joven sirena que jugueteaba alegremente en el mar. Algunos hombres intentaron nadar hasta donde se encontraba para capturarla, pero ella fácilmente los dejaba atrás. Luego un niño le arrojó piedras, una de las cuales golpeó a la sirena, y ésta se alejó nadando. Unos días después, a unos tres kilómetros del lugar en donde había sido vista esta criatura, el cadáver de una pequeña sirena fue empujado por las olas hasta la playa. El cuerpo minúsculo y lastimoso atrajo a las multitudes a la playa, y luego de haberse examinado detalladamente el cuerpo, se dijo que la parte superior de la criatura era más o menos del tamaño de un niño bien alimentado de unos tres o cuatro años, con unos senos anormalmente desarrollados. El cabello era largo, oscuro y brillante, mientras que la piel era blanca, suave y tierna. La parte inferior del cuerpo era como la de un salmón, pero sin escamas.
Entre las numerosas personas que vieron el cuerpo diminuto estaba Duncan Shaw, un vendedor de tierras de Clanranald, y concejal y alguacil del distrito. Ordenó que se construyera un ataúd y se fabricara una mortaja para la sirena y que se la enterrara para que descansara en paz.
De los numerosos hombres pez falsos de este período, vale la pena mencionar tan sólo uno o dos para ilustrar la ingenuidad de las falsificaciones y de los falsificadores. Un ejemplo famoso es el narrado en The Vicar of Morwenstow, por Sabine Baring-Gould. El vicario en cuestión era el excéntrico Robert S. Hawker, quien, por razones que sólo él conoce, en julio de 1825 ó 1826 decidió disfrazarse de sirena cerca de la playa de Bude, en Cornwall. En las noches de luna llena, nadaba o remaba hasta una roca no lejos de la costa, y allí se colocaba una peluca hecha de algas trenzadas, se envolvía las piernas en hule y, desnudo de la cintura para arriba, cantaba —no muy melodiosamente— hasta que lo observaban desde la playa. Cuando la noticia sobre la sirena se difundió por Bude, la gente acudió a verla, ante lo cual Hawker repetía su acto. Luego de varias apariciones, Hawker, cansado de su broma —y con la voz un poco ronca—, entonó el himno God save the King y se lanzó al mar, para nunca volver a aparecer (por lo menos como sirena).
Piensa T. Barnum (1810-1891), el gran empresario de espectáculos norteamericano a quien se le atribuyen dos frases oportunistas —"cada minuto nace un tonto" y "todas las multitudes ofrecen buenas oportunidades"—, compró una sirena que se podía ver a cambio de un chelín en Watson's Coffee House, en Londres. Era una criatura horrible y encogida —probablemente un pez anormal—, pero Barnum la agregó a las curiosidades que había ido acumulando para su "Espectáculo más grandioso de la Tierra". Su truco, sin embargo, consistía en colgar en el exterior del lugar en donde exhibía su "sirena" un dibujo llamativo de tres hermosas mujeres jugueteando en una caverna subterránea; bajo el dibujo, había una leyenda: "Se añade una Sirena al museo —sin costo extra". Atraídos por el dibujo y por la implicación de lo que podían ver en el interior, muchos miles de personas pagaron la tarifa de admisión para ver este espectáculo. Como decía Barnum, si la "sirena" encogida no satisfacía las expectativas del público, el resto de la exhibición sí valía la pena.
Las sirenas han seguido viéndose en años más recientes. Un pescador de Muck, una de las islas Hébrides, vio una en 1947. Estaba sentada sobre una caja flotante de arenques (utilizada para preservar langostas vivas), peinando su cabellera. Tan pronto se dio cuenta de que la estaban observando, se arrojó al mar. Hasta su muerte a finales de los años cincuenta, el pescador insistió en que había visto una sirena.
En 1978, Jacinto Fatalvero, un pescador filipino de 41 años, no sólo vio una sirena en una noche de luna, sino que ésta le ayudó a hacerse a una pesca abundante. Sin embargo, es poco más lo que se sabe, pues, tras haber narrado su experiencia, Fatalvero se convirtió en blanco de bromas, objeto de burlas e, inevitablemente, presa de los medios de comunicación. Como es apenas comprensible, se negó a seguir hablando.
Se acepta por lo general que la leyenda de la sirena surgió de la identificación errónea de dos mamíferos acuáticos, el manatí y el dugong, y posiblemente de focas. Desde luego, muchos relatos pueden explicarse así, pero, ¿puede esto bastar para explicar satisfactoriamente lo que vieron los marineros que acompañaban a Henry Hudson en 1608 o la sirena que vio el maestro de escuela William Munro? ¿Eran éstas, y otras criaturas similares, mamíferos marinos o sirenas?
Una sugerencia, quizá un tanto sardónica, dice que los hombres pez son reales, y que descienden de nuestros ancestros distantes que llegaron a la playa desde el mar. Los hombres pez, desde luego, descenderían de los ancestros que, o bien permanecieron en el mar, o bien decidieron retornar a él. Los embriones humanos tienen branquias que por lo general desaparecen antes de nacer, pero algunos bebés las conservan y es preciso extirpárselas mediante un procedimiento quirúrgico.
Sea como fuere, la sirena tiene un largo historial de encuentros y se la sigue viendo en la actualidad. Es algo que debemos agradecer; el romance y el folclore del mar no serían tan interesantes sin su presencia.


 [1] Este texto no pertenece al Grupo Elron, sino que fue encontrado en la Red sin poderse precisar la autoría. Se lo transcribe porque da la pauta cabal de la perplejidad en que se encuentra la humanidad respecto a estos seres, que no son tan mitológicos como se cree.

 Sirenas
 3ª parte

 A continuación paso a relatar una historia que me enviaron, con fotos testimoniales que fueron tomadas como prueba:
 Apreciados profesores Horacio Velmont y Jorge Olguín. Mi nombre es Javier Eduardo López Mayorga. La razón de este correo es para solicitarles la transcripción de las últimas sesiones de mediumnidad y además, deseaba consultarles sobre un correo que recibí de mi hermano, quien me pregunta sobre un e mail que él había recibido días atrás. Ese mail cuenta del incendio de un barco pesquero donde murieron todos sus tripulantes y junto a sus cuerpos calcinados se encontró también el cuerpo de un extraño ser... cuya forma coincide con la de las supuestamente mitológicas sirenas. 
 Me pareció interesante compartirlo con vosotros, junto con tres fotos que les adjunto como prueba de la veracidad de la historia.
 Durante una expedición en los mares de Gouller a 3 horas de Australia, se encontraron rastros de un barco pesquero que se había incendiado. Este barco correspondía a la Compañía Bennette de Brasil.
 Dicho barco había salido el sábado 16 de Agosto de 2003 del Puerto de Itajai, Brasil y a tan solo dos horas de navegación fue detectado por la marina Australiana.
 Es IMPOSIBLE que un barco salga de Itajai, Brasil y a las dos horas se encuentre navegando en Australia.
 Este es el relato que el periodista Merlon Frougers del periódico Australia Daily News publicó y a pocas horas de haber salido el periódico a la venta, curiosamente todas las publicaciones fueron compradas por una compañía llamada CYRSON, la cual es sabido por todos los Americanos que pertenece al Gobierno de los Estados Unidos.
 En los escombros del barco pesquero se encontraron varios cadáveres calcinados de la misma tripulación, pero curiosamente se encontró también un cuerpo calcinado que no pertenecía a ningún ser humano. Se tomaron fotos de ese cuerpo y se sospecha que fueron tomadas en la Universidad de Columbia, donde científicos están examinando tan extraño cuerpo que al parecer pertenece a la mitología y curiosamente en la bitácora del capitán están grabadas las siguientes palabras: "Hemos avistado unas criaturas marinas. Nos han venido siguiendo desde hace más de dos días, aunque solo pocos de nosotros las hemos visto. James Kollen (técnico a bordo) se comunicó con una de ellas y quieren que las sigamos a una tierra que nadie conoce. Nos han dado un mapa que no podemos descifrar, ya que no está en ningún idioma conocido. Tampoco reconocemos esa tierra que figura en él, ya que no corresponde a ningún continente conocido.
 Las criaturas son pequeñas y hermosas, pero al mismo tiempo inspiran desconfianza."
 Al final de la grabación se logra escuchar lo siguiente:
 "Una de las criaturas se acercó a la embarcación. En ese momento, uno de los tripulantes baja a uno de los botes para acercarse a ella. La criatura lo sujeta de un brazo y casi lo tira al agua. Lanzamos una red y la capturamos, pero creo que fue un error...
 Alcanzamos a ver una ola a lo lejos, posiblemente es la ola más grande nunca vista, ya que puede dar vuelta a un transatlántico. Pedimos ayuda por radio, pero el transmisor no funciona, parece que el GSP System está alterado. No sabemos donde estamos.
 Hemos pedido la inmediata evacuación del Marlin 2, pero no creo que lleguemos lejos.
 Estamos rodeados de esas criaturas y a lo lejos podemos ver la enorme ola que viene con toda su fuerza. Observamos las criaturas y no podemos creer lo que vemos. Particularmente yo no creo en mitos y leyendas, pero estamos aterrados. ¿Estas criaturas marinas tienen el poder de manejar las aguas? Porque la ola se formó a partir de que atrapamos a una de ellas.
 Que Dios nos bendiga y nos perdone por haber capturado a lo que creemos es una sirena."
 El pesquero Merlin 2 fue encontrado el día Lunes 18 de Agosto por el Capitán Peter Houner con la nave: JKP-SYD. No se supo qué pasó con la ola, pero sí que se produjo un trágico incendio, muriendo en el fuego no solo los hombres del barco, sino también la criatura que habían capturado. 
 ¿Pudo esa ola transportar el pesquero tantos kilómetros en tan poco tiempo? ¿O hay otra explicación para que un pequeño barco recorra en dos horas la distancia que hay desde Brasil a Australia?
 ¿Y cómo se propagó el incendio? ¿No es raro que una tripulación tan ducha y preparada no lo pudiera apagar?
 El capitán Houner no ha querido dar entrevistas y en la actualidad se encuentra en la base Militar de Janner, Australia, donde no ha podido ser visto desde entonces junto con la tripulación que venía con él.
 Se dice que llegaron cuatro personas en un helicóptero a revisar los restos del pequero. Las fotos tomadas durante el rescate de los cuerpos desaparecieron misteriosamente. El helicóptero era de color negro, sin matrícula. Del mismo bajaron dos de esas personas y se llevaron el cuerpo de la llamada sirena, secuestrando la cámara fotográfica que había en la oficina del técnico. También se llevaron las partes del mapa que flotaban sobre la superficie del agua.
 ¿Quienes eran estas personas? ¿De algún servicio de Inteligencia? ¿Por qué ocultar las pruebas? ¿Esa supuesta tierra desconocida era la mítica Atlántida? ¿O hay otra tierra desconocida que no figura en las cartas de navegación?
 ¿Por qué el gobierno Americano está siempre metido en este tipo de descubrimientos?
 Hasta aquí llega el relato del e mail que recibió mi hermano. Les envío también las tres fotos que estaban adjuntadas en el correo y que alguien "filtró" de la Universidad de Columbia.
 ¿Son las fotos de una sirena? ¿O están trucadas?
 Juzguen ustedes...
 Atte: Javier.

 

 

 

 Sirenas
Parte 4


SESIÓN DEL 27/04/2004


Médium: Jorge Olguín.
Interlocutor: Horacio Velmont.
Entidades que se presentaron a dialogar: Ron Hubbard, fundador de Dianética y Cienciología.

Interlocutor: ¿Es usted, Maestro Ron?
Ron Hubbard: Así es… ¿Qué tal, Horacio?
Interlocutor: Bien, aunque bastante agotado por el trabajo que representa pasar las sesiones pendientes a tanta velocidad.. Usted ya sabe que tuve que suspender las sesiones con este receptáculo debido a que hay muchas sesiones aún en los disquetes sin pasar en limpio, una más importante que la otra… El Servicio es gozo, pero también agota… ¿Y usted, Maestro, cómo está?
Ron Hubbard: Siempre en Servicio… Los Maestros de Luz hemos estado viendo cómo has remozado los sitios Web…
Interlocutor: Espero que lo hayan aprobado… He hecho lo que he podido. Como siempre, le pregunto si va a dar algún mensaje o pasamos directamente a las preguntas, ya que tengo muchísimo atraso con las consultas…
Ron Hubbard: Pasemos directamente a las preguntas…
Interlocutor: Hace unos días recibimos un mail sumamente extraño. Aunque usted ya sabe el tenor, lo voy a leer para que quede grabado para cuando pase en limpio la sesión:

 Apreciados profesores Horacio Velmont y Jorge Olguín. Mi nombre es Javier Eduardo López Mayorga. La razón de este correo es para solicitarles la trascripción de las últimas sesiones de mediumnidad y además, deseaba consultarles sobre un correo que recibí de mi hermano, quien me pregunta sobre un e mail que él había recibido días atrás. Ese mail cuenta del incendio de un barco pesquero donde murieron todos sus tripulantes y junto a sus cuerpos calcinados se encontró también el cuerpo de un extraño ser... cuya forma coincide con la de las supuestamente mitológicas sirenas.
 Me pareció interesante compartirlo con vosotros, junto con tres fotos que les adjunto como prueba de la veracidad de la historia.
Y luego viene el relato que está en el link anterior.


Interlocutor: ¿Estos seres anfibios son extraterrestres?
Ron Hubbard: Sí, son de un mundo que se llama Sea… Fíjate que Sea, en inglés, significa mar…
Interlocutor: ¿A qué distancia queda de la Tierra?
Ron Hubbard: El sistema del planeta Sea queda a 85 años luz, o sea que no está tan lejos de vosotros a distancias estelares.
Interlocutor: Supongo que estos anfibios no serán todas sirenas, sino que habrá también tritones…
Ron Hubbard: Así es… en la mayoría de las especies se precisa un macho y una hembra para procrear...
Interlocutor: Según he leído, hay tantos relatos situados en los mares terrestres que uno no sabe si son fábulas o hay alguna realidad en ellos… En el caso del que habla el mail que me envió el Sr. Javier dice que el barco había sido seguido por esas sirenas durante la travesía… ¿Qué hay de verdad en esto?
Ron Hubbard: Sí, estos seres siguieron a la embarcación...
Antes de continuar, voy a hacer primero una especie de introducción sobre el mundo llamado Sea. En él hay dos civilizaciones: una que habita en los distintos continentes. Son seres de origen vegetal, pero son inteligentes y tienen movilidad. La segunda civilización es marina. Son anfibios, porque pueden respirar tanto dentro del agua como en la superficie.
Interlocutor: ¿En la superficie pueden estar indefinidamente?
Ron Hubbard: Sí, pueden estar indefinidamente sin ningún tipo de problemas, porque tienen pulmones y también branquias…
Esta segunda raza es la que fue vista en muchas oportunidades en mares terrestres.
Interlocutor: ¿Entonces es verdad que todos los marineros han visto estas sirenas, que en definitiva parecen que en realidad son feas… El propio Colón manifestó haberlas visto y quedar desilusionado…
Ron Hubbard: Espera que termine el relato para interpretar todo… Esos seres de origen vegetal han desarrollado naves espaciales hace más de cuatro mil años terrestres y han viajado a distintos planetas, entre ellos la Tierra, llevando consigo también a sus colegas anfibios, tritones y sirenas, en enormes tanques con agua.
Las sirenas y los tritones, siendo una raza que tienen un decodificador bastante avanzado, quizás no tengan la inteligencia del homo sapiens sapiens terrestre, pero sí tienen una tremenda astucia.
Por su misma falta de extremidades inferiores no podían desarrollar ningún tipo de locomoción y menos aún naves espaciales. Aparte, sus manos son de tipo garras que sirven más para atrapar y desmenuzar peces para alimentarse que para manejar herramientas.
Interlocutor: ¿Tienen concepto abstracto?
Ron Hubbard: Sí, pero sin poder desarrollar tecnología… Entonces hicieron una especie de simbiosis con los seres vegetales y armaron una comunidad de ambas civilizaciones.
Cuando los seres vegetales visitaron la Tierra hace más de 4000 años, también llevaban en sus naves a estos seres anfibios. Éstos, al ver nuestros inmensos mares, tan ricos en alimentos, le proponen a la otra raza quedarse.
Los seres vegetales, que tienen una ética tremenda, se niegan porque no quieren interferir en la vida terrestre, y tratan de impedirlo, pero los seres anfibios se las ingenian para escaparse de la nave y esconderse en el mar, al que aquellos no pueden acceder. Tras una infructuosa búsqueda, los vegetales se desaniman y finalmente, luego de recoger algunas muestras de nuestros vegetales, ya que para eso había venido, retornan a su planeta dejando aquí a los anfibios.
Interlocutor: ¿Cuántos serían los seres anfibios que se quedaron en la Tierra?
Ron Hubbard: Alrededor de 100…
Interlocutor: Entiendo… Ahora deseo hacer una pregunta que me viene a la mente: ¿Qué hay de cierto del famoso canto de las sirenas del que tanto se ha hablado?
Ron Hubbard: Hay mucha fantasía en esto… Lo que ocurre es otra cosa. Además, no es cierto que las sirenas sean bellas mujeres de hermosos cabellos con cola de pez… Sus rostros no son para nada atractivos vistos desde el punto de vista humano, pues si bien tienen estructura antropomorfa, se parecen más a lo que ustedes llamarían una arpía.
Interlocutor: ¿Y cómo hacen para trasladarse en la tierra con esa cola de pez?
Ron Hubbard: No se trasladan airosamente por la superficie, ya que carecen de medio de locomoción en la parte inferior, sino tan sólo bordean las orillas del mar arrastrándose hasta las rocas para tomar un poco de sol o un poco de aire, pero nada más.
Interlocutor: Algunos dicen que las han visto sentadas en las rocas, peinándose una larga cabellera.
Ron Hubbard: No, no, eso es pura fantasía…
Interlocutor: ¿Cuántos de estos seres anfibios quedarán actualmente?
Ron Hubbard: Quedan muy pocos, ya que han sido diezmados por los predadores naturales marinos, como el tiburón, y también por los pescadores con sus arpones o sus rifles en los últimos doscientos años.
Interlocutor: De cualquier manera, al parecer no son muchos los que han visto a estos seres anfibios…
Ron Hubbard: Estás en un error… ¡Son miles los que los han visto!
Interlocutor: Concretamente, ¿cuántos quedarán? ¿Mil?
Ron Hubbard: No, muchísimos menos, divide esa suma por diez.
Interlocutor: ¿Dónde conviven?
Ron Hubbard: Preferentemente cerca de las costas. Es frecuente verlos en el Mar Mediterráneo, que es una zona muy cálida y tranquila, a pesar de que está cerca del continente europeo y hay mucha locomoción marítima. También se los puede encontrar en los mares de Australia, que son escasamente navegados. Sería excepcional verlos por el lado de América.
Interlocutor: Volviendo al mail que me enviaron... estas sirenas o arpías, como usted dice, ¿seguían realmente al barco?
Ron Hubbard: Lo que ocurre es que a estas sirenas les gusta la figura humana, les atrae mucho el macho homo sapiens sapiens…
Interlocutor: ¡Me deja completamente perplejo!
Ron Hubbard: Obviamente el humano no puede intimar con esos seres por la distinta constitución física y aunque hipotéticamente su físico permitiera la intimidad, el hombre no podría procrearlas porque son seres ovíparos.
Interlocutor: ¿No son mamíferos entonces?
Ron Hubbard: No, son ovíparos… por ejemplo los cetáceos, como delfines y ballenas, tienen cría mediante parto, en cambio los tiburones, que quizás sean igual o más grandes que los delfines, ponen huevos, es decir, son ovíparos.
Estos seres son ovíparos, pero les atrae a tal extremo el homo sapiens sapiens que, al no poder tenerlo, el deseo se les transformó en odio, y por eso tratan de atraerlos para gozar matándolos.
El famoso canto de las sirenas es un mito, porque lo que en realidad sucede es que ellas utilizan una especie de poder mental, similar a la telepatía −no es precisamente telepatía, pero ejercen un influjo similar a la fascinación− con la que producen en la mente de los marineros un aletargamiento y a la vez un embelezo que los seduce.
Muchos marineros han sucumbido a este encantamiento y se han sumergido con ellas y terminaron ahogados.
Interlocutor: Obviamente lo hacen de puro malvadas… ¿Es así?
Ron Hubbard: Por supuesto, debido a ese deseo no concretado…
Interlocutor: En este momento estoy recordando la Odisea, de Homero, donde dice que Ulises fue atado para no sucumbir al canto de las sirenas…
Ron Hubbard: ¡Claro! Pero no era sucumbir al canto de las sirenas, sino a esa especie de embelezo o encantamiento.
Interlocutor: ¿Ese relato estaría basado en algún hecho real?
Ron Hubbard: Tenlo por seguro…
Interlocutor: ¿Esta fascinación pudo haber ocurrido a los tripulantes del pesquero?
Ron Hubbard: Así es.
Interlocutor: ¿Qué fue lo que sucedió con ese traslado del barco tan sorprendente? También se habla de una ola gigantesca…
Ron Hubbard: Así como en el denominado Triángulo de las Bermudas hay una especie de “paso dimensional” que permite trasladarse rápidamente a otros mundos, hay también otros “nadis” o pasos energéticos en otras latitudes…
Interlocutor: ¿Y el barco entró en unos de esos pasos?
Ron Hubbard: Sí, pero no se trasladó a un universo paralelo, sino a otro “paso dimensional” que lo acercó al continente australiano.
Interlocutor: ¿O sea que en pocos segundos hizo algunas millas náuticas?
Ron Hubbard: ¡Hizo miles de millas náuticas!
Interlocutor: ¿Y esa ola gigantesca fue real?
Ron Hubbard: Sí, fue real… se trató de una especie de fenómeno atmosférico que los acompañó en esa travesía por el túnel de energía.
Interlocutor: ¿Y qué pasó con las sirenas?
Ron Hubbard: Las sirenas también fueron arrastradas junto con la embarcación hacia las costas de Australia.
Interlocutor: Obviamente fue un accidente…
Ron Hubbard: Así es… Fíjate que cuando llegaron al otro lado del “paso dimensional” el susto de los marineros era enorme. Súmale a ello que las denominadas sirenas buscaron aprovechar el estado de confusión que reinaba en el pesquero e intentaron atraer a algunos de los tripulantes... la intención de estos seres era sujetar a los pescadores y arrastrarlos hacia el agua... ten en cuenta que ellos habían atrapado a una de las sirenas.
Interlocutor: A ver si llego a entender… ¿Cuántos eran los marineros?
Ron Hubbard: Alrededor de 25.
Interlocutor: ¿Y las sirenas?
Ron Hubbard: Aproximadamente el doble.
Interlocutor: Discúlpeme, pero no entiendo… ¿25 marineros no podían hacer caso omiso del acoso de 50 anfibios? Lo planteo así, en forma irónica, porque lo encuentro verdaderamente absurdo.
Ron Hubbard: Te estás olvidando que estos seres utilizan su poder mental para aturdir y confundir a las personas que quieren atrapar…
Interlocutor: Tiene razón, me había olvidado completamente de ese “pequeño” detalle… ¿Y el incendio?
Ron Hubbard: En el fragor de la confusión se produjo un incendio a causa de una lámpara de aceite y se quemó casi todo el buque. Fue entonces cuando estos anfibios huyeron y todos los marineros murieron quemados.
¿Por qué sucede esto último? Debido al aletargamiento mental que tenían los hombres era imposible que pudieran reaccionar y apagar el incendio, algo que si hubieran tenido plena lucidez mental podrían haber hecho fácilmente.
En ese momento todos los marineros estaban como congelados… atrapados en esa nube mental.
Interlocutor: Entiendo… Antes de concluir, quiero sacarme la última duda: ¿No hubo realmente ningún sobreviviente para contarlo?
Ron Hubbard: Murieron todos los tripulantes, quedando solamente fotos, grabaciones y videos, que están bajo llave en poder de algunos funcionarios que no se dan a conocer...
Interlocutor: El relato dice que esos funcionarios destruyeron todas las pruebas…
Ron Hubbard: Eso es falso… Las tienen funcionarios de gobierno y las suman a otras pruebas tomadas de otros casos similares...
Ten en cuenta, además, que hay una universidad que ha sacado fotos del ser que atraparon.
Interlocutor: ¿Y cómo aparecieron estas fotos publicadas?
Ron Hubbard: Simplemente porque hubo una persona que quiso lucrar con ellas. Es lo que sucede siempre. La información se filtra cuando hay dinero de por medio.
Interlocutor: No tengo ninguna duda…
Ron Hubbard: Te comento que el receptáculo está muy agotado…
Interlocutor: Entonces vamos a dejarlo descansar…
Ron Hubbard: Un abrazo y mi Luz…
Interlocutor: Hasta luego, Maestro, y gracias.