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domingo, 23 de enero de 2011

Viene del Mar

 
Vivo en una isla canaria, y actualmente tengo 40 años. cuando era una jovencita me encantaba estar en la playa, y pasar allí horas y horas leyendo, escuchando música, o simplemente pensando. era mi manera de relajarme. una mañana de invierno mientras leía, el mar estaba muy revuelto, me pareció oir unos gritos pidiendo socorro. había mucha bruma y casi no distinguía lo que había dos metros por delante de mí, pero los gritos cada vez eran más claros. salí corriendo a la orilla del mar, pero no podía ver nada. las olas cada vez se enfurecían más, así que fuí a buscar a un viejo marinero que tenía un chiringuito en la playa. llegué muy apurada a buscarle y le conté que estaba oyendo gritos de mujer pidiendo auxilio. el me puso la mano en el hombro y me tranquilizó diciendo que no eran gritos. ¡pero yo los oía claramente! entonces fué cuando el viejo tomás me contó lo que estaba pasando. el vivía y trabajaba allí desde que era niño. hacía años había sucedido una desgracia. unos marineros salieron a la mar, como en tantos puertos canarios y del mundo y una tormenta se había cruzado en su camino poniendo fin a sus vidas. habían muerto tres personas, entre ellos un primo de tomás. la esposa de uno de ellos, enloqueció, y cada día salía al mar , envuelta en redes de pescadores, diciendo que les veía venir nadando, aferrados a despojos de la barcaza. pero cuando los demás llegaban a su lado se daban cuenta de que ocurría solo en su cabeza. pasaron los años y la mujer murió, y desde entonces, tanto tomás como otros antiguos del pueblo, la oían llorar y pedir ayuda para su marido y los otros pescadores.
yo había oído claramente a esa mujer pedir auxilio y no me había parecido una alucinación, pero como no creía mucho en esas historias, lo dejé pasar. volví a la roca donde había dejado mi mochila. la calima era ahora menos densa y ya podía ver con claridad. cuando me acerqué para recoger mis cosas, me di cuenta de que tanto la mochila, como el libro y el tabaco estaban cubiertos por una red de pescador mojada. ella había estado allí realmente.
 

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